jueves, 26 de agosto de 2010

El machismo y su fuerza bruta!


-¡Te amo!

-Yo también te amo, pero…me gustaría pedirte algo.

-Mmmh ¡dime!

-Me gustaría que ya no me pegaras.

¡Aaaah!, la generosidad y nobleza de la mujer han dado lugar a exagerados abusos por parte del hombre y así ha sido a través de la historia. Ese predominio masculino en diversas culturas ha permeado en desaveniencias que sufren las mujeres hasta hoy día. El machismo, es un efecto de ese predominio y en México, basta con escarbarle para demostrar lo presente que está en nuestra sociedad. Quizá la ventaja de la “fuerza bruta” del macho, lo haya posicionado por encima de su complemento hembra.

Yo en verdad no puedo entender que la tendencia machista se siga aprendiendo; de hecho está comprobado que esta conducta, junto con la misoginia, se heredan de padres (hombre y mujer) a hijos (niños y niñas). Así como lo leyeron, se ha determinado también que el mayor promotor del machismo en todas sus presentaciones y características ha sido, créanlo o no, la encantadora mujer. Si no están de acuerdo, échenle un vistazo a la cultura del mexicano, habrá padres, tíos, abuelos y bisabuelos machos, pero todo gira entorno a la “madre” (en la mayoría de los casos), quien como icono sagrado y dadora de la vida, ha otorgado con su cetro el favoritismo de los hombres sobre las mujeres en cada estirpe. Dicho favoritismo concede privilegios que irremediablemente condicionan a la mujer como un ser inferior. El problema es que la jerarquía elevada de los hombres puede quedarse tatuada en la memoria de ambos sexos, desde la infancia hasta la vejez; y aunque la continuación de esta costumbre se ha visto mermada de generación en generación, en parte por una mayor educación, la equidad de género, conciencia de los derechos de la mujer, etcétera, aún es latente en pleno siglo XXI.

Ahora bien, nunca podríamos tachar de inofensivo al machismo, ya que este comete una serie de actos indebidos que dañan en diferentes grados, entre estos actos están la discriminación, la vejación, los insultos, los chantajes, el condicionamiento, el abuso físico, llámese de cualquier parte del cuerpo, incluido el sexual, entre otros. Para la mujer, la importancia de identificar cualquier detalle que caracterice estos actos, puede ser la diferencia entre aceptar o no las relaciones de diversa índole con personas (no solo hombres) machistas y las consecuencias de las mismas.

El problema es de todos

Por desgracia, el macho mexicano está por todos lados; en la casa, en la escuela, en el trabajo y en la calle. En el trabajo (sea en empresa privada o en gobierno) he podido constatar que los puestos decisivos pertenecen preponderantemente a los hombres, pero ¿por qué?, ¿no se supone que hombres y mujeres son iguales? Bueno, el ejemplo nos indica que en la sociedad mexicana se sigue generalizando la superioridad masculina. Esto es lamentable porque aún no se le otorga la absoluta confianza a la mujer en el desempeño de sus labores; aún pasarán varios lustros para vislumbrar una seria candidata a la gubernatura del país, ya no digamos una presidenta.

Por otro lado, me han llamado la atención las relaciones enfermizas entre parejas que tienen una peculiar definición, pero en aquellas donde se refuerza la postura machista me preocupa la personalidad y las condiciones de las mujeres. ¿Por qué permitir el abuso? Y hablo desde lo dañinas que pueden resultar las palabras hasta el contacto físico. ¿Qué orilla a esa mujeres a rebajarse ante el machismo?, ¿el amor?, ¿la representación de una figura paterna?, ¿el temor a quedarse solas o la estúpida preocupación por el qué dirán? Quizá sólo son preguntas al aire, pero sí me inquieta el saber que alguien que estimamos o queremos, se encuentre atrapada en situación así.

Una noche, en la esquina de mi casa, observé incrédulo como un tipo jaloneaba del cabello a una mujer, al mismo tiempo que le daba de golpes en la cabeza y en la cara; ella lloraba y suplicaba que cesaran los golpes; su mano izquierda agarró a la mano que tironeaba de su cabello, mientras que una sartén era sostenida con fuerza por su mano derecha, pero esta última nunca se levantó, parecía como si se hubiera quedado paralizada por el temor consciente de una reprimenda aún mayor. ¿Yo qué hice?, bueno, me di la vuelta y caminé en sentido opuesto al momento que había recordado una experiencia similar de un conocido mío: él se metió en el pleito, llegó la policía y en el MP la mujer defendió a su marido diciendo que el "inmiscuido" había empezado todo. Después de esa exhibición de fuerza bruta, odié aún más a los golpeadores de mujeres.

Pero qué me dicen del feminicidio, el cual yo lo podría entender como la máxima expresión del machismo y la misoginia. El hablar de ello me remonta a lo que sucede en Ciudad Juárez y en el Estado de México; se calcula en poco más de un millar de mujeres asesinadas desde finales del siglo XX hasta el presente y continúa. Estos feminicidios jamás se han resuelto; sólo queda la tristeza, la desesperación y la impotencia por conocer el origen y desenlace de cada caso. Quizá los culpables sean asesinos seriales o narcotraficantes, no lo sé, pero ¿y si descubriéramos que atrás de estos crímenes están el odio y la discriminación a la mujer? Sabríamos que el responsable no es una persona física, sino un fenómeno pujante entre la población.

También las religiones

Por si fuera poco, las mujeres tienen que batallar también con las religiones. En Asia, los musulmanes, veneradores del Islam, se han encargado de convertir a sus mujeres en fantasmas de carne y hueso; la burka quizá es la vestimenta más indignante que pueda portar la feminidad árabe. En algunas regiones, estos tipos han llegado al extremo de trastocar un obsequio natural y terrenal como lo es el placer, al cortar parte del órgano sexual femenino.

Los cristianos no se han quedado atrás y aunque defienden a capa y espada un libro escrito por otros seres humanos; la obra reiteradamente coloca a los hombres como los protagonistas de la historia. Basta con leer el génesis para determinar que no existe una igualdad de géneros, pues según este escrito, Adán fue hecho al sexto día de la creación, pero Eva fue creada de una costilla de Adán para que este último no estuviera sólo. Tiempo después, a Eva se le culpó de haber comido el fruto prohibido y de convencer al "inocente" de Adán de probarlo; por lo que el hecho de que no vivamos en el paraíso se lo debemos a Eva, al menos así se explica ¡imagínense!

En cuanto a los católicos, la historia es más o menos similar, sólo que aquí ponen de pretexto los designios de Dios como un poder divino que obliga a sus creyentes, en este caso mujeres, a despojarse de sus derechos por concebir a sus hijos. Y ya ni hablemos del actual caso de los homosexuales, donde el machismo del alto poder eclesiástico se concede así mismo el permiso de utilizar adjetivos peyorativos como maricón, marica, entre otros, para marginar una preferencia sexual, sólo porque no se apega a lo que impone el altísimo.

Lo que ya entendí

Hablando de preferencias sexuales, los que portan el estandarte del machismo también se han caracterizado por ser más primitivos, iracundos, intolerantes, analfabetas sociales e irrespetuosos; por lo que puede resultar difícil hacerlos cambiar su postura. Sin embargo, una medida para convivir con estos sujetos es precisamente siendo tolerantes con ellos y no prestarnos, hombres y mujeres a su maltrecha forma de ver a la sociedad.

Como anécdota curiosa, hace poco me encontré a un tipo en el baño; yo acababa de llegar a uno de los mingitorios y él salió en ese momento del excusado (supuestamente acabando de deponer, jaja) para incorporarse también a otro mingitorio; este hecho me llamó la atención y como nos hablamos, le pregunté que por qué no había orinado en la taza cuando estaba sentado. Me contestó con una risa burlona “qué pasó joven, yo no le hago a eso, pues si no soy vieja”. Nos reímos los dos, yo de él y él conmigo, bueno eso espero, jajá. El chiste es que puedes hacerlo como se te venga en gana pero no cosiderar que tal o cual postura te segrega a un sexo o a otro.

Por último quiero decirles que en algún tiempo llegué a pecar de machista, ya saben, mentiras que hieren a la mujer y actitudes similares, quizá no han sido rasgos fuertes de machismo, pero he tratado de corregir el barco. Ahora las preguntas son más que obvias y te las puedes formular una por una. Ojalá y un día, hombres y mujeres, terminemos con esta conducta errónea, por lo pronto podemos colaborar con una participación de rechazo a este fenómeno social que perjudica a nuestras queridas féminas. ¡Que muera el machismo y sus seguidores!

A la mujer:


Si tú me lo permitieras, te golpearía suavemente con mis labios
y te arrojaría con ternura al calor de mi cuerpo.

Si tú me lo permitieras, secaría tu llanto en mis hombros
y trataría de recordarte lo bella que es tu sonrisa.


Si tú me lo permitieras, acariciaría tus heridas con mis manos
y con ellas buscaría ahuyentar tu sufrimiento.


Esta opinión aquí vertida por un servidor, es publicada con el único fin de expresar mi propia ideología respecto al tema citado, pero si te gustó para comentarla, debatirla, retroalimentarla o difundirla, pues ya sabes cómo contactarme y si no pues…de todos modos aquí andaremos para que me lo comentes…jaja, saludos!


Twitter: @rodrigocarreno1












jueves, 19 de agosto de 2010

Corrupción a la mexicana!

Entiéndase como corrupción un acto ilegal y no ético, que en la mayoría de las ocasiones proviene del abuso de poder! De esta definición me atrevo a compaginarla con la historia de México y obtengo que la corrupción se convirtió en la analogía de lo que podríamos considerar como una enfermedad progresiva y mortal, muy parecida al cáncer. Yo desconozco el origen en tiempo y forma de este cáncer social, sin embargo no es cosa de ciencia afirmar que éste se ha afianzado de tal manera en la sociedad, que su cultivo se da en todas partes y de hecho contamina a más personas diariamente.

Los ejemplos de corrupción no requieren de detalles que precisen o delaten el hecho, eso pasa a segundo término; aquí lo importante es conocer el motivo y la causa de ese motivo que materializó el acto. ¿A quién podríamos culpar por este cáncer?, ¿al gobierno, a la familia, a la sociedad en sí? Yo creo que la corrupción empieza por lo que aprendemos en casa, pues la educación, cultura y valores que adquirimos desde pequeños, resultan definitorios cuando nos convertimos en adultos y no dependen necesariamente de un nivel socioeconómico, ya que este padecimiento se encuentra en todos los niveles.

Todos conocemos o hemos protagonizado uno o varios casos de corrupción. Yo en un par de ocasiones incurrí en ello y aunque me arrepiento, en el momento me vi impulsado a realizarlos; pudieran ser hechos menores, pero la corrupción me envolvió y me hizo su cómplice. Aún así debo reconocer que se pudieron haber evitado si hubiera seguido desde un principio las reglas del juego. ¿A ti ya te pasó?

Lo que me llama la atención es lo que sucede en las altas esferas de la política y el gobierno, estos sujetos arrasan con lo que les pongan enfrente. En verdad me produce repulsión enterarme casi a diario de sus fechorías que implican millones y millones, ya sea de pesos, dólares o hasta euros. Nadie los toca, nadie los señala, mientras la corrupción se alimenta y engorda obscenamente. Estos servidores públicos se han convertido en las sanguijuelas del país y así continuarán hasta que se acaben los recursos o pase algún otro suceso extraordinario.

Esta misma corrupción hace imposible la repartición justa de la riqueza; el pobre es más pobre y el rico cada vez más rico, así de simple, eso ya lo sabes, pero ¿te has imaginado el alcance del poder que tiene la corrupción? Este poder ha matado personas, ha hecho añicos a instituciones y pueblos enteros, ha pervertido y ultrajado a menores, ha enviciado a jóvenes, ha defraudado a adultos y ha discriminado a los ancianos, ha violado a mujeres y hombres y hasta ha roto corazones. Es una amenaza latente y que está viva hoy más que nunca.

Tenía planeado citar ejemplos de corrupción de personajes “ilustres” y contemporáneos, pero al igual que los hechos, no tiene caso nombrarlos; repito, aquí lo importante es indagar el motivo y este motivo puede ser en su mejor alternativa, la ambición de obtener más poder, riquezas y todo lo que ello implica. La avaricia es también una enfermedad, pero quienes la padecen se hacen notar fácilmente; lo difícil es curarla, en serio.

¿En dónde está la solución?, no lo sé; muchos dirán que se debe atacar el problema de raíz, otros tantos dirán que se debe iniciar desde arriba, el resto pudiera decir que la clase media debe poner el ejemplo, quizá todas al mismo tiempo; el caso es que cualquier propuesta es sólo eso: una propuesta. En nuestra realidad, la sociedad no tiene fundamentos, ni mucho menos intenciones para combatir la corrupción; el poder está repartido y los beneficiados guardan conjuntamente un secreto a voces, el cual nadie tiene interés en mencionarlo.


Quizá no haya cura para este cáncer social, pero ese es un reto que a la sociedad actual le corresponde afrontar. Recuerda que la corrupción es omnipresente y un día te puede tentar a ti o a tus seres queridos; ¿qué harás si de repente aparece?, ¿la ignorarás o le darás tu firma para obtener algún trámite de esos que se hacen por millones todos los días? Ojalá que seas fuerte y pongas tu granito de arena.

Así pues, santa corrupción, madre de todos los que te rezan y comulgan en tu nombre, quizá vivirás por el resto de tu existencia entre nosotros los mexicanos; así que no perdones al que te ofenda y líbranos de toda justicia, la divina también, jajajaja.


Esta opinión aquí vertida por un servidor, es publicada con el único fin de expresar mi propia ideología respecto al tema citado, pero si te gustó para comentarla, debatirla, retroalimentarla o difundirla, pues ya sabes cómo contactarme y si no pues…de todos modos aquí andaremos para que me lo comentes…jaja, saludos!

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